Por qué INSOLENCIA

La insolencia, tal como la define Julián Marías, es mi actitud favorita; es el cuestionamiento vital de las solencias, que curiosamente son usanzas negativas: lo que no suele hacerse; “lo inhabitual, desacostumbrado, que no se suele hacer, raro, extraño; y por ello —conste, por ello primariamente— irritante, impertinente, desafiador insolente en el sentido moderno de esta palabra”.
Generalmente niego concesiones a la solemnidad, por ser incompatible con mi convicción de que la absoluta levedad de mi ser —lejos de ser insoportable— es simpatiquísima. Mi intrascendencia es la fuente de mi descanso, mi satisfacción y mi risa. Además, la insolencia combina bien con lo inédito —insólito.
Iconoclasta, irrespetuosa, insolente y gozosa: así soy, y no puedo ni querría escribir de otra manera.